Fueron poemas

viernes, 27 de enero de 2012

Dentro del agua y de la cabeza

Me duele la garganta. Y...
Uno ideas extrañas. 
Escucho mis latidos.
Respiro con dificultad.

Tirito y no hace frío.
Es un paso previo.
A la muerte: Enfermedad.
Sé que es el malestar y la
Identidad del miedo al
Susurrar al oido un canto
Tenue que suena como a aviso o a quejido. La debilidad. 
Intento sonreir y lo consigo.
Doy al caer con la cabeza en la esquina de un escalón
Almidonado. La sangre fluye rápida, como es ella.
Ya no estoy enfermo.


jueves, 19 de enero de 2012

La Flor

Una vez regalé la única flor que tenía.
Estuve años y años para que creciera en mi tierra. De colores vivos, recta y mágica.
La cuidé y la descuidé sin saberlo del todo, 
ni la una ni la otra.
Hay veces que creemos echar el agua necesaria
y pensando en otras cosas anegamos la tierra.
Otras veces buscamos el mejor lugar para sentanos junto a ella y dialogar 

tumbados con el sol y con el viento. 
Pero la luz se esconde en el momento más necesario, 
se va cuando el calor falta tanto que tirita todo el cuerpo. 
Y de pronto se convierte en pasado.
No sé vivir del todo sin mi flor-la estuve creando tanto tiempo- 
Aún puedo eschuchar esos levísimos momentos en los que lentamente se abrían sus pétalos al unísono.
Soñé cada día y cada noche con su color, con su olor y con su sonrisa mirándome.
No se debe regalar algo único. Lo único al perderlo nos amputa los sueños.
Ayer volví a ver la flor entre las páginas de un libro escrito a mano, entre tinta borrosa.
Los pétalos estaban enteros y secos, su fragancia llegó quizá... de la realidad no... sino de la memoria.
Y sentí que nada sirve... para olvidar los mejores momentos: 
Los sueños cumplidos y perdidos.



martes, 10 de enero de 2012

Aguas Saladas

Parece imposible sentir tristeza mientras miras la belleza innúmera y plácida de las olas en forma de concha.
El mar, ridículo a veces, acude a puertos sin
entrañas.
Otras une su sabor salado a un río de agua dulce y fría.
Otras baila al son de la luna creciendo y menguando a su antojo. 
El mar es generoso.
No se puede estar triste mirándolo de cerca
ni flotando en sus aguas
ni tumbado en sus rocas y playas
ni oliendo su aroma intenso ni escuchando su chisposo y constante silencio.
Quizá mirando la mar... solo se pueda dejar caer en la arena
unas cuentas lágrimas también saladas 
envueltas en recuerdos que se sienten tesoros.
El agua salada del hombre y el agua salada del mar.
La luna y un único universo que contemplan su intensidad.
Unos cuantos sentimientos que salen por los ojos
incapaces de estar quietos... también como el mar. 

domingo, 8 de enero de 2012

Cuando me duele disparo

Ayer disparé a un Rey malvado desde la torre de mi Castillo.
Ayer, hace treinta y seis años.
Después de vencerlo salté de la almena a la escaleras y ví volar a una gaviota perdida.
Suelo mirar atrás a diario por si
encuentro a aquel niño emocionado
intrépido y de ojos grandes.
Saltaba de sol en sol y dormía de noche en sueños no enjaulados.
Esta mañana tibia de invierno
han sonado sus pasos en mis oídos
mientras acariciaban mis mejillas unos dulces rayos
de sol con la intuición de quien ama y es amado sin dudas.
Otra vez he sonreído al escuchar el chasquido de su corazón inquieto, justo antes de dar el salto.
Y he escuchado el disparo que hace desvanecerse ante mis ojos todo lo que puede doler o duele.
Matar, soñar, vivir y morir... todo dentro de uno.